Salgo de mi hogar el
18 de Noviembre del 2015 a las 8:30 de la mañana, dos horas más tarde de
lo planificado. Dejó atrás a mi mamá que como es costumbre me despide cada vez
que viajo. Siempre hay sentimientos
encontrados a la hora de partir ya que por un lado hay felicidad de poder viajar y por otro
incertidumbre de que pasará, si regresaré a casa sano y salvo. Quedan atrás
también mi hijo Agustín, mi familia, mi novia y mis amigos. De todos ellos el
que más me preocupa es mi hijo ya que si bien maneja whatsapp olvida revisar o
cargar su teléfono por lo que con él la comunicación es más difícil y pareciera
que cuando está lejos más se le extraña.
Todos los temores desaparecen cuando
por fin tomo la carretera y comienzo a aceptar que es momento de aplicar
todo lo planificado. Ya vamos trazando los caminos que durante tanto tiempo
revisé en googlemaps y que llevo cargados en el GPS, es el momento adecuado
para usar los accesorios que he comprado tanto para la moto como para
documentar los viajes. Es momento de concentrarse en lo que se va haciendo y
comenzar a sentirse dueño y responsable de todo lo que se haga, después de todo
para eso viajo solo para salir de mi zona de confort y ver hasta donde soy
capaz de dar e ir conociendo y superando mis límites.
El primer tramo será desde mi hogar hasta la ciudad de Laboulaye
en Argentina, en total son 900km. aproximadamente. Debido a que el primer destino es La
Plata, en Buenos Aires, durante dos días me moveré por la ruta 7 Argentina, razón
por la cual el paso fronterizo para salir de Chile es el Paso Fronterizo Los
Libertadores. Este paso lo he hecho varias veces y por la hora y día en que
viajo por el resulta bastante rápido todo el trámite necesario para salir del
país. Recordemos que este paso fronterizo es un paso integrado, es decir en un
mismo lugar se hace el trámite de salida de un país y entrada al otro. Cuando
uno viaja hacia Argentina todo el papeleo se hace en el Complejo de Horcones,
que es la aduana del lado argentino una vez cruzado el túnel Cristo Redentor,
en cambio, cuando se regresa a Chile todo se hace en el Complejo Fronterizo Los
Libertadores, que se encuentra en el lado chileno después de cruzar el túnel
Cristo Redentor viniendo desde Argentina. Nota importante para quienes viajan
en vehículo desde Chile es tener el Seguro Internacional de Responsabilidad
Civil contra terceros, si bien en la aduana nunca me lo han exigido si lo pide
la policía en los controles carreteros y las multas por no portarlo son
elevadas.
Luego de hacer todos los trámites para salir de Chile e ingresar a Argentina comenzamos a descender
hasta Uspallata por un camino serpenteado y en buenas condiciones. El tráfico
de camiones ralentiza a ratos el ritmo del viaje pero es fácil y seguro
adelantar, solo hay que encontrar el punto adecuado para realizar esta
maniobra. Muchas veces viajo contemplando el paisaje frente a mis ojos pero no
observo lo que se ve en los retrovisores de la moto cosa que sin pensarlo me
sorprendió esta vez. No pude evitar seguir la ruta sin antes detenerme a tomar
un par de fotos a la cordillera nevada que veía por los retrovisores de la
negra.
Llegando a Uspallata lo primero que hice fue comprar un chip
de teléfono móvil para intentar tener internet móvil en un equipo celular para
poder comunicarme fácilmente con mi gente pero el aparato que llevaba no es
compatible con los chips, tal vez funciona solo con chips de empresas chilenas
ya que en Chile funciona perfectamente pero en Argentina y con chips argentinos
no los reconoce. Esto ya se está convirtiendo en un ritual ya que es la tercera
vez que hago lo mismo, con distintos equipos y compañías móviles pero con el
mismo resultado negativo.
A diferencia de otras veces opto por no perder más tiempo,
guardo el móvil y los chips que había comprado y me dirijo a cargar
combustible. Sorprendido veo que el precio del combustible es mayor al valor
que yo había usado para calcular el costo del combustible para el viaje pero también
sorprendido veo que la moto va entregando 22 kilómetros por litros, o 4.54
litros en 100 kilómetros, en vez de los 165 que yo había usado para calcular los
costos del viaje. El motivo de esto no son las nuevas bujías ni el cambio de
filtro de aire, la principal diferencia es que antes viajaba entre 120 y
170km/hr y ahora voy viajando a
velocidades inferiores a los 120km/hr lo que se traduce en un ahorro considerable si
tomamos en cuenta el total de kilómetros del viaje pero, a cambio, es más tiempo
diario sobre la ruta. Sumando y restando prefiero viajar al ritmo que llevo ya
que voy relajado, disfrutando el paisaje, cuidando la moto y mi bolsillo lo
agradece. Compro una botella de agua mineral y un paquete de galletas y sigo el
viaje.
Casi sin darme cuenta llego a Mendoza, a la famosa rotonda
del cóndor. En este punto debo tomar la primera salida a la derecha para tomar
rumbo a Buenos Aires. Al principio el tráfico es un poco caótico pero luego
baja la intensidad y permite viajar a ritmo constante. Ahora comienza a hacerse
notar el viento lateral que cruza la carretera de derecha a izquierda.
La siguiente detención para cargar combustible es en la
ciudad de La Paz, mismo lugar donde cargué combustible regresando de La Plata
el año pasado por lo que el móvil se conectó a la señal WIFI del lugar tan
pronto detuve de la moto. Aviso que todo va en orden y que sigo viajando según
lo planificado. El rendimiento de la moto sigue siendo sobresaliente y mi
cuerpo aún no acusa hambre ni fatiga alguna. De acuerdo a lo planificado la
próxima detención sería en Villa Mercedes.
Algo que me llamó mucho la atención el año pasado en Argentina
es que las motos no pagaban peajes en las autopistas, salvo en las que llevan a
Buenos Aires donde si tuve que pagar un par de peajes de $5 o $7 argentinos si mal
no recuerdo. Este año si pagué peaje salvo en dos o tres plazas que aún siguen
siendo libres para las motocicletas.
El viaje entre La Paz y Villa Mercedes sería un viaje
monótono, en ocasiones interrumpido por ráfagas de viento o por bichos que
explotaban en el parabrisas de la moto o en mi casco. En esta monotonía
comienzo a observar que siendo las 5 de la tarde comienza a oscurecerse, me
detengo para sacarme las gafas de sol pensando que con esto no vería tan
sombrío el panorama pero me doy cuenta que en realidad el horizonte comenzaba a
vestirse con tonalidades grises amenazantes. El sol comenzaba a despedirse para
dar paso a la lluvia.
Llegando a Villa Mercedes, Provincia de San Luis, en
Argentina comienzan a caer las primeras
gotas a eso de las 18:00hrs. Si
bien ya saliendo de Mendoza el clima amenazaba tenía las esperanzas de no
tocarme con lluvia en mi primer día de ruta e incluso en todo el viaje.
Entro en una bencinera a cargar combustible y al salir nuevamente a la ruta me
doy cuenta que estaba comenzando a llover por lo que regresé a la estación de
servicios a ponerme el traje impermeable, pero, por el apuro en llegar a destino
y no viajar con lluvia, no me puse los cubre botas lo que a la larga sería un
gran error.
Luego de avanzar unos pocos kilómetros bajo la naciente
tormenta me percato que el GPS ya no estaba en su lugar por lo que al buscarlo
rápidamente con la mirada me doy cuenta que cuelga de la amarra de seguridad,
sin duda tuve suerte al darme cuenta pronto ya que quedó bloqueando el giro de
la dirección. Me detengo bajo un paso sobre nivel para ver la forma de
instalarlo en el bolso de estanque, ya que definitivamente el soporte que había
inventado ya no iba más. Finalmente logré instalarlo en la funda porta mapas
del bolso de estanque funcionando solo con la batería ya que llovía muy fuerte
como para tenerlo enchufado a la toma de 12V de la moto.
Todo esto es nuevo para mi ya que conduzco moto desde hace
unos 5 años y nunca había conducido moto con piso mojado por más de media hora
y las veces que lo hice fue en mi moto anterior, pero con la negra lo hice una
vez sin carga y a 60km/hr ya que sentía
que deslizaban las dos ruedas. Los que leyeron los preparativos del viaje
recordaran que cambié las cubiertas antes de salir por lo que tampoco se cómo
responden estas nuevas cubiertas con lluvia, pero quien me las vendió, entre los
atributos de estas, mencionó que tienen un diseño que elimina de mejor forma el
agua, esperemos que sea verdad y no sea solo para el catalogo. Quizás el montar
estas cubiertas fue un augurio de cómo sería este viaje ya que esto de las
lluvias recién comienza.
Al pasar un peaje observo a la lejos una estación de
servicio Petrobras y decido parar un momento bajo techo a pensar las opciones
que tenía en ese momento. Las opciones serían seguir el viaje según lo
planeado, regresar a Villa Mercedes o pasar la noche en esa estación de
servicio. Devolverme a Villa Mercedes me parecía una buena opción, ya que me
estaría alejando de la tormenta, pero debía retornar cerca de 40km por lo que al día
siguiente debería hacer 800km hasta La Plata en vez de los 600km planeados
originalmente para el segundo día, en cambio, si seguía de acuerdo a los planes
originales me daba la sensación que cada vez se ponía peor el clima pero al día
siguiente no tendría tantos kilómetros que recorrer. Quedarme no me pareció
buena opción ya que no había WIFI en
esta estación y no podría avisar a mi familia ni a quien me estaba esperando
para recibirme en Laboulaye. Finalmente me decidí a seguir según lo planificado
y luego de unos cuantos kilómetros ya me estaba arrepintiendo de haber tomado
esa decisión pero ya era tarde para regresar ya que estaba en el medio de la
tormenta y con cada kilómetro hecho estaba más cerca de llegar a destino.
Al principio todo iba relativamente tranquilo, por momentos
con lluvia bastante fuerte que se hacía sentir con fuerza sobre el casco, al
punto de no dejar escuchar la música que llevaba sonando en los intercomunicadores,
pero me permitía adelantar a otros vehículos con relativa normalidad. Ya después
esa lluvia golpeaba de manera brutal el parabrisas de la moto y mis brazos y provocaba que los camiones que me
antecedían dejaran un spray de agua que imposibilitaba cualquier maniobra de
adelantamiento. Curioso me resultó ver que muchos vehículos, mayoritariamente
buses y camiones, que pasaban en sentido contrario me hacían señas, cambios de
luces o tocaban la bocina cuando me veían sobre la carretera, yo lo tomé como un
saludo por seguir en ruta pese al mal clima y respondía con un bocinazo pero
después me di cuenta que no eran saludos precisamente sino que me estaban
avisando que más adelante la cosa se pondría más fea ya que aparecería el hielo
junto al agua, la famosa piedra de las tormentas Argentinas, que por suerte resultó ser
más bien pelotas de arena que piedra lo que me encontré. Yo pensaba que
los golpes que recibía en mis brazos eran gotas gruesas de agua y que lo que
parecía rebotar en el parabrisas eran las mismas gotas, que iban subiendo por el
parabrisas impulsadas por el viento pero, cuando llegué a la Laboulaye y vi el parabrisas trizado de un bus que usé
durante parte del trayecto como escudo y escuché los comentarios de la gente
del lugar supe que no era agua sino hielo lo que me había golpeado. Por
suerte mi negra no sufrió daños en esa batalla con el clima.
Durante el trayecto el clima también utilizó truenos y
relámpagos para amedrentar y cuando bajó la intensidad del agua apareció la
neblina junto al viento. En ese momento me di cuenta que la luz blanca que
monto en neblineros y foco principal es totalmente inútil en estas situaciones,
se ve bonito en condiciones normales pero tan pronto aparece neblina o llovizna
se forma un murallón blanco, por lo que es mejor circular relativamente cerca de
otro vehículo que intentar ir abriendo camino. Intente circular delante del
tráfico a mi ritmo pero fueron kilómetros en los que no veía nada más que las
líneas que demarcaban mi carril pero hacia el frente no se distinguía nada a
más de dos metros, por lo que tan pronto alcancé a un camión me fui viajando a
su ritmo, que no superaba los 60km/hr
pero me daba una cierta seguridad de que iba por buen camino.
Como si todo esto fuera poco comencé a sentir que mi pie
izquierdo estaba mojado, pensé primero que era un juego de mi cerebro que al
ver tanta agua me hacía pensar que estaba siendo invadido por ella pero luego
recordé que la bota izquierda en su parte superior estaba rota y no la había
reparado. No era un juego de mi cerebro sino que era una triste realidad.
Finalmente recorrí los 200 kilómetros que separan Villa
Mercedes de Laboulaye en poco más de 3.5 horas y fui testigo de impresionantes
juegos de luces en los cielos. Todo el equipo de la negra llegó intacto,
ninguna maleta filtró agua y el bolso waterproof que monto sobre el asiento del
acompañante resistió estoico el embate del clima, nota sobresaliente para el ya
que era primera vez que lo usaba y cuando iba viajando y veía la cantidad de agua que nos caía
encima me iba haciendo a la idea de tener que secar hasta el último calzoncillo
frente a una estufa ya que en el llevaba toda la ropa para el viaje. Mis pies
llegaron chapoteando dentro de la bota y toda la ropa húmeda pues el
impermeable no aguantó tanta agua y filtró un poco.
En Laboulaye me recibió amablemente Daniel Garino a quien
contactó mi amigo Henry Olivares ya que son amigos de hace años. Yo cansado por
el viaje solo pude tomar un poco de sopa que me preparé mientras Daniel
cocinaba para los dos y luego de eso, con mi estómago por fin caliente, el
sueño me venció por lo que no comí nada más y solo pensaba en dormir. Luego de
una breve conversación con Daniel sobre Solidworks y sus locos diseños de
motocicletas solo quedaba descansar para seguir viaje temprano al día siguiente
rumbo a La Plata, ojalá con mejor clima.
Les dejo un video que resume lo que fué viajar de noche con mal clima: